Han pasado ya unos cuantos años, no recuerdo el número, era un sábado a media tarde, decidí tomar un café en la cafetería de una discoteca a las afueras de Ciudad Rodrigo (Salamanca), cual fue mi sorpresa al encontrar a Antonio Molina en la barra de la cafetería degustando un café. Sin pensarlo dos veces me acerque a saludarle, entablando rápidamente una conversación muy amena, en la que me comento que actuaba esa misma noche en la discoteca.La impresión que deduje de D. Antonio, fue que tenía delante de mí a una persona sencilla y bondadosa. Me contó que había estado el día anterior actuando en Toro (Zamora) y que le habían robado del transporte, el piano, por lo que tenía un problema para la actuación de la noche en esta discoteca.Me ofrecí a ayudarle, ya que conocía a un amigo de esta ciudad, propietario de unos comercios en los que disponía de pianos electrónicos, con lo que al cabo de un rato pudimos conseguir un piano para el pianista del grupo. Antonio Molina me agradecio la ay...
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